Hoy he sentido nostalgia, he recordado aquellas horas de aprendizaje de barbería, con el pulso tembloroso al principio, sabiendo que en mis manos tenía una cuchilla capaz de hacer maravillas con la debida habilidad y preparación, pero un arma de doble filo con prisas e inexperiencia.
Hoy desde nuestra peluquería y barberia en Rubí, he decido escribir estas líneas para intentar transmitiros una idea que me surge, a la que llevo dando vueltas en los últimos meses y es que no podemos permitir que se pierda el ritual del afeitado manual.
No dejemos perder la sensación de una suave brocha aplicándonos la crema, el contacto frio y casi quirúrgico de la navaja rasurando a la centésima el bello de nuestras hirsutas barbas, malacostumbradas a la maquinillas industriales o a las “motos” cuyo nombre ya no invita a pasarla dicha herramienta por nuestros rostros.
Y con la piel de nuestra cara lisa como un rescoldo de rio y tras esos momentos de placer y tensión pues no conseguimos quitarnos de la cabeza que una navaja es una navaja…, nuestro barbero, ese hombre en el cual hemos puesto la integridad de nuestro rostro, aplica con suavidad y sumo cuidado toallas calientes, que nos transportan a una época en la que nuestros padres y abuelos disfrutaban de esto que nosotros nombramos “Ritual” como algo totalmente cotidiano.
No entraremos en la discusión de que los tiempo pasados siempre fueron mejores, pero desde nuestra peluquería en Rubí queremos recuperar las costumbres que si lo fueron y de las que hoy en día podéis disfrutar en nuestras instalaciones.